jueves, 10 de junio de 2010

El Especialista


Espaguettis. Una enorme montaña de espaguettis bañados en nata y bacon, con su puntito de pimienta negra y nuez moscada...

Ummmm...

Aquel era un plato descomunal, pero él lo merecía, era un hombre descomunal. Alto, cercano a los dos metros y morbosamente obeso. Su cuerpo se ajustaba más al de un rudo luchador de sumo que al del trabajo que desempeñaba. Pero él, en lo suyo, también era un
Yokozuna, un Maestro.

Era el Especialista.

A él lo llamaban de empresas de todo el territorio nacional. Era él y eran sus metodos los preferidos por las corporaciones para
poner orden ahora que llegaban los problemas. Y era él el cirujano que debía hacerlo.

Atacó de inmediato la comida mientras pensaba con orgullo en sus últimas actuaciones. Cien despidos en tal empresa, ciento cincuenta en la otra, sesenta en la de más allá...

Eran momentos difíciles, eran situaciones complicadas, solía decir que no estaba orgulloso de lo que hacía, pero alguien debía de hacerlo. Además, en una economía de "libre mercado" los despidos son algo necesario, la máquina no debe dejar de funcionar, en todas partes hay gente descontenta, y, como él mismo solía decir, lo mejor es que estos "señores" se marchen.

"...Y si no quieren se les da un empujoncito..."

Él era experto en convertir en unos meses un centro de trabajo, donde antes reinaba la armonía, en una
pesadilla de la que los trabajadores saliesen corriendo...

"...Y gratis para la empresa..." -pensó para sus adentros mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios manchados de salsa carbonara.

"La vida es dura, el sistema no lo he hecho yo, no es una tragedia, pasan cosas peores todos los días en todo el mundo" y otros lugares comunes similares afloraban a su boca cuando alguien, alguien íntimo, claro, le cuestionaba la moralidad de sus acciones.

Porque a decir verdad, no eran más que eso, excusas para simular una conciencia que parecía no tener, que quizá no había tenido nunca.

Nunca en su vida tuvo problemas para dormir.

Aquel día no había sido especialmente duro, un par de reuniones de trabajo, desplazamientos, llamadas.

Siempre que visitaba esa ciudad comía en el mismo restaurant, una trattoria en una calle céntrica pero tranquila. Conocía al encargado de toda la vida y siempre le habían tratado bien. Especialmente bien.

Como ahora.

De repente un agudo pinchazo recorrió su brazo derecho y notó como le faltaba la respiración. Se aflojó con nerviosismo el nudo de la corbata mientras boqueaba desesperado como un pez fuera del agua. El sudor perlaba su frente. Miró a su alrededor y, pese a haber varios clientes más allí, estaba solo, nadie parecía verle...

¿Le ignoraban?

De pronto se acercó uno de los camareros, un hombre de unos cincuenta años, que le había recordado vagamente algo e inclinandose con una sonrisa le dijo:

"¿Está todo a su gusto señor?"

Lo miró desconcertado, pareció
olvidar por un momento que estaba ahogandose, sufriendo un paro cardíaco, para volver a convulsionarse poco después.

Ahora lo recordaba, había despedido a aquel camarero años antes, de un viejo hotel que había sido comprado por una cadena.

El especialista vio una sonrisa antes de morir.

Sin lugar a dudas mucho más de lo que merecía.




Tagkiller (crisis? que crisis? miremos los sueldos de los directivos... tengo una guillotina para usted... XD)


Ver: Arcadia (Costa Gavras 2005),
La Corporación (Achbar, Abbott y Bakan 2003), The Meaning of Life (Monty Python 1983)

1 comentario:

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