martes, 29 de junio de 2010

Cartero


Una calle, un patio, un tablero metálico.


Puerta uno, llamo, espero...


No hay nadie, sigo, puerta dos, llamo, espero...


Nadie, puerta tres, llamo, espero...


Contestan.


- Si ¿quien es? -voz de un hombre, ruido de musica de fondo...


- Cartero, abra por favor... -respondo.


- ¿Cartero? ¿Por qué llama usted a mi casa?



Me quedo un segundo en blanco, el tono de voz del hombre parece inquieto mientras intento encontrarle la trampa a la pregunta...



¿Como dice? - acierto a decir.


¿Está usted sordo? que por qué ha llamado a mi casa le estoy preguntando...



Un loco, los carteros tenemos fama de funcionarios con vida apacible pero nadie tiene ni puta idea de las cosas que nos toca ver y, a veces, sufrir.


En mis trece años de servicio me han mordido seis perros. He visto una reyerta con puñaladas, disputas conyugales y vecinales,
toda la mala educación del mundo y locos, muchos locos.

Pero este se lleva la palma.


Trato de articular una respuesta inteligible, pero es julio, estoy al sol y, literalmente, estoy bañado en sudor.



- Caballero, he llamado a su casa porque es la tercera y en las dos anteriores no contestaba nadie...


- ¿Es eso cierto? -inquiere el vecino


(Trago saliva, pero que especie de m...?)


- Por supuesto, esta zona es nueva para mi, han cambiado a su cartero habitual y siempre procedo igual, llamo una por una a todas las casas desde la primera hasta que alguien me abre...


- Bueno, ¿pero tiene alguna carta para mi?



El colmo, esto es el puto colmo ¿querrá ahora también que le diga si son buenas o malas noticias?



- Pues, deje que vea... Si, ah, no, no, perdone, para usted no hay nada, tenemos una carta pero debe tener la dirección equivocada porque el nombre no coincide...


- ¡¡¡AJA!!! -una exclamación psicótica de triunfo casi me deja sordo.


- ¿Perdón? -pregunto mientras gruesos goterones caen por mi tripa dejando unas curiosas manchas en mi ropa...



Nada, no hay respuesta, sólo silencio...


Un jodido loco, ¿por qué me tocan a mi siempre? - me cuestiono mientras llamo a la puerta cuatro...


Espero, sin respuesta...


Cuando voy a llamar a la quinta oigo un ruido dentro del patio.


Tapo un poco el cristal para poder ver en su interior, es de esos ahumados y, saliendo de una esquina veo un tio aparecer, va mal vestido y lleva un enorme montón de papeles en la mano.


Y lo que es peor, se dirige hacia mi.


Doy un paso atrás, mi mano sujeta con nerviosismo el spray de defensa, herencia del último ataque de cánidos y me preparo para lo peor.


La puerta se abre con fuerza y ante mi hay un hombre de mediana edad, mal vestido, sin afeitar y con profundas ojeras.


Sin esperar a mayores presentaciones me tiende un sobre.



- ¿Es ese el nombre que aparece en la carta que acaba usted de mencionar? -dice, su voz tiene algo de desquiciada.


Lo cojo con precaución, compruebo el nombre con rapidez sin quitarle el ojo de encima y asiento con la cabeza.



¡JUAS!
-otra expresión triunfal, pero ésta me hace dar un respingo por la cercanía entre su autor y yo...- No puede ser un error señor cartero -prosigue- porque llevo dos años recibiendo cartas para este señor, yo mismo las llevaba hasta su portal al principio pero ya no.


¿Señor cartero?
vaya, un loco educado... ¡Que maravilla!


- Pues no termino de entenderlo, señor, será una empresa con los datos erróneos y quizá el destinatario sea alguien ocupado como para hacer las gestiones para subsanarlo...


- ¡NOOOO!
-me interrumpe con fiereza y, confieso, medito seriamente la opción de gasearlo y llamar luego a la policía local- Eso no es así. Alguien se asegura que esas cartas vayan primero a este portal. Alguien que conocía a nuestro antiguo cartero el cual tenía la costumbre de llamar en primer lugar a las casas que recibían correo. Alguien que sabe que me cuesta mucho dormir.


La mirada se le pierde en el infinito y se calla.


Yo, la verdad, no sé que hacer ni que decir. Sólo noto los riachuelos de sudor que caen por mi cuerpo mientras los segundos pasan y este sujeto parece haber perdido el norte definitivamente.

Cuando estoy a punto de despedirme, como si fuera un autómata en Blade Runner, el "loco" parece salir de su letargo, me mira y me pregunta:


- ¿Tiene usted buena memoria?


- Si, creo ¿para qué?


- ¿Podría recordar ese nombre y evitar llamar a mi casa cuando reciba correo suyo?


- Si, creo, lo intentaré al menos, lo que si le digo es que a partir de ahora por nada del mundo llamaré a su casa sabiendo que tiene problemas de sueño...



El hombre me mira durante un instante, parece a punto de echarse a llorar, me coge la mano que tengo libre, me la sacude con energía y se deshace en agradecimientos y efusividades varias.

Desaparece escaleras arriba.


Me quedo confuso durante unos segundos.


Mierda, ha subido cerrando la puerta del portal tras de si...


Puerta uno, llamo, sin respuesta, puerta dos, llamo, sin respuesta, puerta treeesssssss.... no, puerta cuatro, llamo, sin respuesta...

Me abren y subo mientras un pensamiento retumba en mi cabeza:

- ¿...Y por qué no habló con el anterior cartero...?





Tagkiller

Escuchar: Summer in the City (Joe Cocker)



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