domingo, 6 de junio de 2010

Terror en estado puro


Salió del despachito mirándose las puntas de los zapatos. Caminaba como cansado; absorto dirían sus compañeros de trabajo después.

Parecía otra persona. Todos los que entraban últimamente en esa habitación, con aquel amenazante cartel en la puerta (Recursos Humanos), salían cambiados, idos, demudados...

Salían reducidos.

El reloj en la pared continuó marcando segundos, imperturbable a la catástrofe andante que sucedía junto a él.

Los monitores de los ordenadores parecían saltar al protector de pantallas a su paso, como si le recordaran que ya no era bienvenido allí y quisieran vetarle el acceso, la mirada, a informaciones vitales.

Sorprendió a la recepcionista de la oficina observándole con tristeza, ella apartó con rapidez la mirada, parecía temer verse reflejada en el fracaso ajeno.

"...En tu fracaso..." -se corrigió.

Arrastrando los pies, caminó hasta su mesa, que parecía empequeñecerse por momentos, como su vida, y empezó a meter sus cosas en un enorme sobre acolchado.

Cartas personales, la taza de café, su pendrive, el pisapapeles souvenir de sus últimas vacaciones, fotos de sus hijos, de su mujer...
"¿Y qué le digo ahora a mi mujer...?"

Esta pregunta no hacía más que retumbar en su cerebro una y otra vez. Conocía casos cercanos, auténticas tragedias, en las que un despido había significado el principio anunciado de relaciones que nunca debieron ser formalizadas.

"Cuando la crisis entra por la puerta, el amor salta por la ventana"

Recordó una vez más aquella frase que, curioso, la primera vez que oyó, no sólo le hizo gracia, sino que tampoco le encontró ningun inconveniente además de verla completamente lógica...

Ahora tenía que explicarle a su mujer que la crisis se asomaba al umbral y había venido para quedarse.

"...Porque esa es otra... ¿quién me contrata a mi ahora con 48 años...?"

Un regusto ácido subió desde su estómago, recorrió su esófago, atravesó su garganta y le llevó hasta la boca toda la angustia que sentía en ese momento.

Salió de la oficina dando bandazos, como si no quisiera encontrar el camino para hacerlo; inseguridad y sindrome de Estocolmo mezclados en perfecta armonía, pánico y ansiedad caminando cogidos de la mano.


En la calle, el sol le deslumbró, el mundo parecía amenazador allá afuera...

Terror en estado puro


Tagkiller (será en Octubre!) (luv u L.O.L.)
http://tagkiller.livejournal.com


Ver: Los Lunes al Sol (Fernando Leon de Aranoa 2002), The Big One (Michael Moore 1997), Riff Raff (Ken Loach 1990)

Oír: Protection - Massive Attack, Parole Alate - Meg, Avanzo de Cantiere - Banda Bassotti

1 comentario:

  1. El MIEDO nos hace más fuertes un vez que ha quedado atrás. Somos superhéroes de pueblo.

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